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Ser enfermera con diabetes tipo 1 es posible. Este es el testimonio de Stéphanie, enfermera con diabetes tipo 1 que tuvo que asumir su enfermedad y enfrentarse a los prejuicios sobre la diabetes en el mundo laboral. Su testimonio demuestra que diabetes y trabajo no están reñidos. Hasta ahí todo iba bien… Pero el 17 de agosto de 1992, se dictó el veredicto: me diagnosticaron diabetes tipo 1, también llamada mellitus tipo 1.Vivo con una diabetes del tipo 1 desde que tenía 15 años. En aquella época, me encontraba en plena orientación profesional y estaba decidida a realizar estudios paramédicos. ¡QUERÍA SER ENFERMERA!
Tras asumir la noticia, mi primera pregunta fue: ¿podré ser enfermera con una diabetes tipo 1? Mis allegados quisieron tranquilizarme, pero rápidamente me enteré de que las personas con diabetes eran rechazadas en las pruebas de ingreso en la escuela de enfermeros(as) de Francia.
¡La noticia fue un drama para mí!
Con mucha perseverancia, logré pasar las pruebas y obtener mi diploma de enfermera. ¡Estaba tan contenta de haberlo logrado! Sin embargo, mi lucha por ser enfermera con dbt tipo 1 solo acababa de empezar, me esperaba un largo camino no siempre fácil. ¿Os lo cuento?
Durante los 3 años y medio de estudios, luché constantemente contra los prejuicios sobre la diabetes tipo 1 y sobre las personas que la tienen. Oí muchos comentarios como: “¿cómo puedes tratar a la gente si tú misma estás enferma?” o “¿has desayunado bien esta mañana? No quiero una enfermera con hipoglucemia”. Me tocó vivir muchos intentos de desestabilización que pretendían convencerme de que no podía ejercer esta profesión por tener una mellitus tipo 1. En teoría, yo debía estar al otro lado…
¡No pasa nada!, me dije, ¡no van a poder conmigo! Y decidí hacer que mi diabetes tipo 1 fuera uno de mis puntos fuertes. Saqué fuerzas de flaqueza y gracias a estas experiencias pude obtener mi diploma. ¡Estaba muy orgullosa, iba a ser enfermera aun teniendo una diabetes del tipo 1!
Sin embargo, para los demás, mi triunfo no duró mucho tiempo. La enfermera desapareció y la «persona con diabetes tipo 1» volvió rápidamente.
En mi primera entrevista de trabajo, de forma honesta y sin complejos, decidí informar a mi futuro jefe de que tenía DT1. Me sorprendí mucho de que esto no afectara en nada a mi candidatura, ¡incluso fui contratada! Pero mi superior intentó aprovecharse de mi enfermedad para meterme en su cupo de trabajadores con discapacidad, ¡como lo oyes!
Para él, esta clasificación representaba algunas ventajas administrativas, pero para mí no quería decir nada, ¡yo no era diferente de los demás! No hace falta decir que rechacé esta calificación administrativa, aunque esto me hizo encerrarme en mí misma y dudar.
Durante varios años de ejercicio profesional, oculté minuciosamente mi diabetes tipo 1 a mis compañeros y jefes. Había sufrido demasiado por la estigmatización de mi diferencia y de mi enfermedad. Después de todo lo que había pasado para obtener este diploma y emprender esta carrera tan deseada, no me iba a rendir. Así que hice todo lo que pude para limitar las hipoglucemias, las hiperglucemias y cualquier síntoma de diabetes que pudiera traicionarme. Estaba casi encerrada en una negación de mi diabetes tipo 1, impuesta por mí misma para preservar mi vida profesional.
Pero mi historia no acaba aquí. Afortunadamente, la vida me hizo un enorme regalo y me ayudó a salir de este círculo vicioso. ¡Me quedé embarazada y fue el día más bonito de mi vida! Tanto en el plano personal como profesional.
A partir de ahí todo cambió. De hecho, durante el primer trimestre, ya no controlaba nada. Pasaba el día bebiendo zumos de frutas con el único objetivo de aumentar mis niveles de glucosa después de las numerosas hipoglucemias. Me decidí y tomé la iniciativa de informar a mis jefes de mi situación de «enfermera embarazada y con diabetes».
Desde aquel día asumí mi diabetes tipo 1 en el trabajo. ¡Por cierto!, sigo trabajando para el mismo jefe. Mis compañeros (as) se sorprendieron al enterarse de mi dbt tipo 1, pero esto no cambió nada, ya que durante años había conseguido demostrarles que sabía hacer muy bien mi trabajo.
Stéphanie nos ha demostrado, con su testimonio, que ser enfermera con diabetes tipo 1 es posible. A pesar de los prejuicios aún existentes sobre la diabetes en el mundo laboral, cientos de personas con diabetes tipo 1 cuidan de nosotros conviviendo con su enfermedad. Los turnos a menudo largos, el estrés, las noches de trabajo y las condiciones laborales complicadas son más llevaderas para estas personas gracias a las bombas de insulina, indicadas para gente que realiza trabajos a turnos. Gracias a estos profesionales de la enfermería por demostrar que diabetes y trabajo son posibles.